sábado, 6 de noviembre de 2010

Primer día

Y allí estaba yo, recién llegada al mundo.

Mientras estaba en aquel sitio tan caliente, escuchando aquella fiesta y pensando cuántos placeres de la vida me estaba perdiendo, me pareció una buena idea eso de salir.

Pero una vez fuera me dí cuenta del error que había cometido.

Para empezar, no llegué a ninguna fiesta. Bueno sí, la que tenían conmigo, ya que lo primero que recibí nada más llegar al mundo fueron un par de hostias. Empezábamos bien.
Además, no era un sitio lleno de tapas, vino y placeres. Era un sitio blanco, triste, lleno de olores insoportablemente fuertes y de mujeres con artilugios extraños en las manos maniobrando por mi tripita. Desde entonces tengo un agujero enorme. Yo tengo la teoría de que me pusieron un microchip para controlarme pero aún no he podido confirmarlo...

La buena cuestión es que allí estaba yo, mojada, dolorida, enfadada y con un frío del carajo. No hacía más que pedir que volvieran a meterme dentro, que de verdad lo prefería pero ellos me decían que estuviera tranquila. ¿Cómo narices iba a estarlo con esos enormes ojos observándome?

Así que ahí estaba yo, encima de una mesa enrollada en una toalla y esperando a que todos aquellos seres extraños vestidos de verde se dignaran a llevarme a la fiesta.
Pero no lo hicieron. Cuando acabaron conmigo simplemente me dejaron en los brazos de una rubia gigante y caliente que me miró y sonrió como si me conociera de algo...

No me cayó del todo mal así que decidí darle una oportunidad...

3 comentarios:

El guardian del Faro dijo...

La rubia gigante puede dar fé de que nadie te pegó. ¡¡Saliste chillando a todo pulmón!!

Premonitorio....si

;DDD

Te susurraré... dijo...

"La rubia me miró como si me conociera de algo".
Jajaja. Menuda desfachatez!

La loca de las piruletas dijo...

Jajajajajajajajaja. Digamos q estaba un poco dopada así que era una mezcla de amor y drogadicción que convertían su mirada en algo muy confuso...jejejejejejeje.